En su momento

Y bien...caramba. Nunca me hubiese imaginado un sábado así, tan...como te explico...tan revolveme el estofado, tan interbarrial planetaria...Nunca en la vida estuve rodeado de esta clase de gente, gente sin clase, pero con vento; con toda la faltriquera forrada en tela de colores, vos me entendés. ESA tela, ESOS colores que a casi todos nos importan. Esto no es un club de barrio, entiendamé: no me pida una cubalibre que ni siquiera se fabrica, ya. Ni hablar de un destornillador, mucho menos el término frappé, que ya estuvo proscripto del vocabulario de estas personas prácticamente desde que se inventó. Ah, se me podrá decir que el vampirismo no es cosa demodé, que la ropa colorada pega siempre acá, en medio de la retina; sabrán algunos que los bautismos de fuego ni siquiera se hacen con agua, pero lo que se dice un buen discurso, a mí, ni con fórceps me lo sacan. Que el dividí, que la virtú, que la capuchineada de siempre; pero ¿sabesqué?. No hay como una buena enciclopedia y si la salsa tiene champiñones ni te cuento hasta cien. Le entro con una furia tal que hasta en las junglas septentrionales lloran a gritos los diplontocos, cataratas de lágrimas, intensos aluviones de moco mixturado con las babas ya no del diablo, sino de sus subalternos más despreciables. Y con los alaridos deformes del que no se baña, todavía no completamos el cuadro, compañeros: esto apenas si recién se está gestando. Qué digo: ni siquiera están brincando desde un escroto hacia su ladero, los espermatozoides alucinatorios que juntados que se hayan con el correspondido óvulo, crearán al humanoide capaz de decir la frase mediante la cual serán convencidas las hordas transalpinas que arrasarán las comarcas en busca del color perfecto para embadurnar la capa primal de la orillita del cuadro ese al que aludíamos hace unos instantes y del que seguramente Uds. ya ni se acuerdan.